Una de las ideas de negocio que más simpatía me despiertan es la del agricultor que consigue llegar directamente al consumidor, sin intermediarios ni centros comerciales de por medio. Por eso no he podido menos que sonreír cuando vi ayer en Menéame la noticia de que agricultores canarios se han organizado para montar su propia distribución de productos directamente al consumidor.
Lo que en un entorno de empresas medianas podría parecer una compleja integración de sistemas de información y logística se resuelve mediante sencillos correos electrónicos y días fijos de suministro a almacén central y entrega a cliente final. Esto estaría más bien en línea con el MVP, Mínimun Viable Product, o sea un desarrollo de producto (en este caso Servicio) con las mínimas características de productos y los mínimos procesos en la cadena de valor para poder llegar al mercado.
Me pregunto, si yo fuera un intermediario o un gran distribuidor cómo podría oponerme, competir o incluso boicotear este tipo de iniciativas que pueden incluso llegar a anular mi valor añadido. Una de ellas es integrarme, comprar grandes extensiones de cultivo para ser yo el que lleve mis productos al consumidor final. Otra vía, menos amable es usar el boicot mediante acciones legales que eternicen procesos o incluso pervirtiendo gobiernos. Este tipo de estratagemas las usan por ejemplo mucho las empresas de software en EEUU, patentando todo tipo de pequeños diseños y procesos informáticos para a continuación meterse en un interminable ristra de juicios. Lo comenta por ejemplo Sergio Montoro en La Pastilla Roja recientemente aquí y aquí.
Otra vía, con la que nos podemos encontrar en cualquier momento, es con una subida de los costes de distribución. Dos se me ocurre que pueden ser las maneras: subir el coste del combustible y incrementar el número y aumentar el coste de los peajes en las autopistas y autovías hasta el punto en el que el inferior coste de distribución mediante trenes o grandes camiones sea suficiente para anular o reducir al máximo la ventaja competitiva de la tienda online de un agricultor o una cooperativa. Más allá de la barbaridad que han montado, la última iniciativa del gobierno portugués podría producir este efecto.
No creo que la idea y otra estén ligadas, obviamente, pero pensar mal, más allá de acertar o llegar a un disparate, es un interesante ejercicio de exploración de posibilidades y relaciones, siempre y cuando tus pensamientos no se conviertan en paranoias o magufos. De todos modos creo que es sano no caer en las orgullosas miopías que no nos dejan explorar la realidad y hacernos conscientes de lo poco que sabemos realmente, como explica Kike Vázquez en Cotizalia, sobre las corporaciones y poderes que gobiernan discretamente el mundo.
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