Internet
Geolocalización
Fuente: Baquia>
Una representación clásica de Internet consiste en dibujar una nube a la que se conecta una red mundial de ordenadores. Dentro de esa nube, de esa maraña de conexiones, nadie sabe muy bien qué pasa: sólo que la información rebota de acá para allá entre servidores. Sin embargo, es posible sacarle una foto a la Red y construir mapas bastante precisos, y existe software rastreador capaz para saber de dónde viene y a dónde va cada paquete de datos que navega por Internet. Así, ese paraíso del anonimato se convierte en un callejero donde se sabe quién es quién o por lo menos dónde está. En esas está la empresa estadounidense Quova, que con su software de geolocalización tiene identificados a todos los proveedores de acceso, sus direcciones y sus formas de operar, lo que permite saber exactamente de dónde procede cualquier visita a una página web.
Las aplicaciones de esta tecnología tienen una de cal y otra de arena. Por un lado, no está de más localizar con celeridad al autor de un virus y encerrarlo; tampoco está mal para el comercio electrónico saber más sobre los clientes, ni para los marketeros utilizarlo como sistema de fidelización. Pero aunque agradezcamos que, por ejemplo, un buscador sepa desde dónde estamos buscando un restaurante, en muchos casos no gusta que nadie sepa quién somos ni desde dónde nos conectamos, e incluso a veces mosquea entrar en las páginas que te reciben con un "Bienvenido Sr. Gómez". Si estar totalmente localizado y controlado en el mundo real es fastidioso aunque inevitable, en Internet ni se contempla. Y no hace falta ser cracker o pornógrafo para querer navegar pasando desapercibido, máxime cuando actividades tan inocentes como descargar música pueden dar con tus huesos en el juzgado. Está muy bien que el software permita localizar e identificar a cada internauta. Pero sólo si el internauta quiere
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